Por: Nohemí Rodríguez Vega

En la actualidad, el mundo está fuertemente marcado por el uso generalizado de la tecnología digital, que se ha integrado en todos los aspectos de la vida, aunque su uso principal se observa en los jóvenes. Al mismo tiempo, está surgiendo un fenómeno nuevo: el envejecimiento progresivo mundial de la población, con impactos significativos en áreas sociales, económicas y culturales. Según la OMS, se espera que el número de personas mayores se duplique de aquí al 2050 y se triplique para el 2100: pasará de 962 millones en el 2017 a 2100 millones en el 2050, y 3100 millones en el 2100. En el mundo, en 2050, habrá por primera vez más personas de edad avanzada que niños menores de 15 años.

A medida que la población mundial envejece, surge una creciente preocupación por los derechos humanos de las personas mayores. Las personas mayores enfrentan diversos problemas específicos para disfrutar de sus derechos humanos, como el derecho a la educación, la capacitación continua, formación en derechos humanos y la inclusión digital, que deben abordarse de manera urgente.

Es importante destacar que la pandemia por COVID-19 ha exacerbado sentimientos de soledad, aislamiento y desamparo en las personas mayores debido al confinamiento. La exclusión social de este grupo se manifiesta a través de la falta de recursos, derechos, bienes y servicios, así como la incapacidad para participar en actividades sociales. 

El distanciamiento físico ha llevado a muchas personas mayores a vivir en soledad, por lo que es crucial encontrar formas seguras y creativas de fomentar las conexiones sociales. El envejecimiento de la población presenta desafíos que requieren un plan de desarrollo específico para abordar las necesidades de este grupo: prevenir y tratar enfermedades crónicas, elaborar políticas sostenibles y adaptar servicios, productos y programas para las personas adultas mayores. 

El conocimiento de las nuevas tecnologías puede brindar beneficios significativos para la salud de los adultos mayores al mejorar el equilibrio físico y psíquico, así como estimular la actividad mental. La adquisición de nuevos conocimientos puede contrarrestar la disminución de las capacidades de aprendizaje en la vejez, reduciendo la incidencia de enfermedades como el Alzheimer. 

La enseñanza de las TICs hacia las personas adultas mayores representa un reto, sin embargo, no es exclusivo para sus familias y cuidadores, sino que exige un compromiso colectivo y sistemático, desde quienes construyen las políticas públicas hasta quienes las ejecutan, donde todos los sectores de la sociedad tienen mucho para aportar.

Entorno socioeconómico y cultural

En México, los cambios demográficos relacionados con la reducción de las tasas de fecundidad, la disminución de la mortalidad y el aumento en la esperanza de vida, han llevado a un rápido proceso de envejecimiento de la población, que se ha acelerado desde la década de 1980. En 1980, las personas de 60 años y más representaban el 5.4% de la población total, cifra que aumentó al 7.3% en 2010 y al 12.0% en 2020, según datos del INEGI. Se proyecta que para 2050, esta proporción alcanzará casi una cuarta parte de la población mexicana, con un 21.5%. En el caso específico de Puebla, en 2020, la población adulta mayor representaba el 12.2%, y se estima que para 2050 llegará al 21.0%.

La población de Puebla se ha vuelto más envejecida en un lapso de 30 años. Lo que quiere decir que Puebla no es un caso aislado del fenómeno de envejecimiento progresivo a nivel internacional. De la misma manera, la mayoría de la población adulta mayor se encuentra en el rango de edades de 60 a 64 años, representando un 28.0% a nivel nacional y un 27.6% en el estado de Puebla. En contraste, solo un 8.3% a nivel nacional y un 9.3% en Puebla tienen 85 años o más. 

Siendo la mayor parte de las personas adultas mayores entre este rango de edad (60 a 64 años) en Puebla, es importante resaltar que es una edad en la que la capacidad de aprendizaje continúa siendo realmente amplia. Efectivamente, existen factores que pueden afectar el rendimiento de las personas mayores, como la disminución de la agudeza sensorial (problemas de audición o visión), mayor fatigabilidad, entre otros. Sin embargo, ninguno de estos factores está directamente vinculado con una disminución en la capacidad de aprendizaje.

En otras palabras, aunque ciertas facultades mentales como la memoria, la concentración y la agilidad mental pueden experimentar cambios con el paso del tiempo, estas capacidades pueden compensarse con una motivación elevada y un fuerte interés en la tarea. El envejecimiento no necesariamente implica una pérdida irreversible de la capacidad de aprender, ya que la actitud, la motivación y el interés desempeñan un papel crucial en el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida.

Demanda y necesidad 

Este proceso de envejecimiento y la situación de las personas mayores plantean diversos desafíos. El aumento en el número de personas mayores requiere ajustes en servicios, infraestructura, familias y la economía para adaptarse a esta nueva realidad demográfica.

En Puebla, seis de cada 10 personas de 55 años de edad o más no tienen acceso a las tecnologías digitales. Hay múltiples razones por las cuales este fenómeno continúa afectando principalmente a individuos dentro de estos rangos de edad, incluyendo la carencia de recursos económicos y la complejidad de la interacción virtual. 

Es importante resaltar que existen 57 escuelas de computación del sector privado y público, de las 8 mil 230 instituciones educativas instauradas en la Ciudad de Puebla, lo que representa tan solo el 0.69% de las organizaciones especializadas en la enseñanza de cómputo (DENUE, 2023). Por ello, resulta trascendental generar iniciativas que impulsen no solo el uso de la computadora, sino de los diferentes aparatos electrónicos, especialmente el celular, pues actualmente se ha convertido en la herramienta más utilizada para comunicarse por medio de las diferentes redes sociales (Whatsapp, Facebook, Instagram, Zoom, entre otros) y que ha tenido un efecto negativo para este grupo demográfico, señalado como exclusión social, al no saber cómo hacer uso de las nuevas tecnologías. 

Existe una necesidad de los adultos mayores por aprender a utilizar las tecnologías de la información, principalmente para mantenerse en comunicación con sus familiares y amigos, tener autonomía respecto a la dependencia de obtener ayuda de otros, facilitar sus tareas cotidianas, adaptarse a la vida moderna, entretenerse, acceder a la información, entre otros. 

El señor Jorge Pacheco Cuevas, de 79 años menciona: “en el teléfono celular hay muchas cosas que no se dominan ampliamente y ahorita con el temor de que hay mucha gente que sus conocimientos no los utilizan muy positivamente, uno tiene el miedo de lo que hace; si aprieto un botón incorrecto, si me van a quitar información o me van a robar, si meto mi información del banco, porque el celular es una herramienta de todos los días y no dominarla al 100% hace que me dé temor”. Y es que los adultos mayores, son los más vulnerables en cuanto a los cibercrímenes. En México, tres de cada diez personas de edad avanzada han sido víctimas de cibercrímenes, según datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), por lo que los adultos mayores están interesados en la adquisición de herramientas para enfrentar este tipo de situaciones. 

A su vez, la pandemia por COVID-19, ha llevado a un rápido aceleramiento tecnológico en muchos aspectos de la vida cotidiana, desde la educación y el trabajo (remoto o híbrido para ambos casos) hasta la atención médica, el pago de servicios, servicios gubernamentales en línea y las interacciones sociales en general a través de redes sociales.  Este cambio rápido ha planteado desafíos particulares para los adultos mayores, ya que algunos pueden enfrentar dificultades para adaptarse a las nuevas tecnologías o sentirse excluidos de las actividades que ahora se llevan a cabo en línea. A pesar de que en la pandemia las personas adultas mayores comenzaron a hacer uso de las TIC, esta situación no fue homogénea, principalmente porque algunos contaron con los recursos (materiales y humanos) para lograrlo, mientras que otros, no tuvieron esa posibilidad.

Hay diversos estudios que sustentan el uso de las redes sociales por parte de la población de la tercera edad. Pew Research, un centro de investigación de Estados Unidos, afirma que hay más de 39 millones de usuarios de Facebook, X (antes Twitter) y Skype que superan los 65 años. Además, según el Global Web Index, los adultos de entre 55 y 64 años son los que han impulsado el crecimiento de la plataforma X (antes Twitter) en los últimos años. La posibilidad de conectarse con sus seres queridos cuando estos se encuentran geográficamente dispersos y/o distantes, constituye una fuerte motivación para usar la tecnología. No obstante, la utilización de las redes sociales por los adultos mayores es aún muy limitada, por lo que el gobierno de México ha emitido recomendaciones de implementar este tipo de estrategias en residencias de descanso, organizaciones civiles, fundaciones, entre otros. 

Aunque aprender algo nuevo a menudo puede ser un desafío para esta población, algunos de los beneficios del uso de las redes sociales en personas mayores incluyen la mejora de las capacidades cognitivas, la disminución de los sentimientos de soledad y una fuente de entretenimiento. 

Es necesario y urgente desarrollar programas de Alfabetización Digital para adultos mayores por su importancia en varios aspectos: inclusión digital, derechos humanos y bienestar, adaptación a las nuevas realidades, desarrollo personal y continuo, innovación social e interacción intergeneracional, mejora de la calidad de vida, sostenibilidad y adaptabilidad. En resumen, la justificación radica en la necesidad crítica por disminuir la brecha digital entre los adultos mayores y la importancia de proporcionarles las herramientas necesarias para prosperar en la sociedad digital actual, a través del involucramiento del gobierno, academia, iniciativa privada y sociedad civil para su inclusión social y bienestar integral.  

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