Por: Juan Manuel González Montiel

Antes de la pandemia, la formación en línea se percibía de una menor calidad. En algunos casos, debido a la falta de interacción con un instructor para el caso de los cursos asíncronos y en los cursos sincrónicos, se enfrentaban otro tipo de inconvenientes: una baja participación, poca retroalimentación al no tener cámaras encendidas, entre otros.

Durante la pandemia, muchos creímos que todo esto se había solucionado; tanto escuelas de todos los niveles como empresas de capacitación, migraron cien por ciento a una modalidad en línea, y las plataformas se modificaron con rapidez para mejorar su interfaz. Entonces creímos que la formación en línea había llegado para quedarse y que sería difícil volver a como era antes y que de ahora en adelante la formación presencial no sería la preferida.

Pero estábamos equivocados, en experiencia de un servidor y de un grupo de profesionistas de la educación oficial y de la capacitación empresarial, hemos llegado a la conclusión de que la formación en línea llegó para quedarse, pero se quedó mal.

Hoy en día es muy común encontrar que las personas no resisten tanto en cursos de larga duración, y si antes el problema era no tener cámaras prendidas y baja participación, ahora esto ha incrementado. He podido constatar sesiones enteras de clases y cursos que duran una o dos horas en las que la interacción es en realidad nula; las cámaras se encienden al final para tomar una foto, pero no hay preguntas, no hay participación, no hay respuestas. El docente o el instructor dicta un monólogo frente a una cámara durante toda la sesión.

Todo esto sucede en la época en donde es más fácil encontrar una cantidad mayor de información. En la actualidad, el internet puede traer el conocimiento del otro lado del mundo al instante; antes, era necesario contar con una persona especializada en traducción, pero ahora, los motores de traducción de texto nos ayudan de manera muy fluida y rápida. Ahora podemos pedir en línea libros de otros continentes y el sistema de entrega nos los hace llegar hasta la casa; y en cursos ni se diga, tenemos cursos de todo tipo, en todas versiones y de todas las posibilidades de costos.

Sin embargo, ante tal cantidad de conocimiento y herramientas, nuestra responsabilidad es cambiar para mejorar la experiencia de uso. Con las nuevas generaciones de profesionistas es muy común conocer que algunos cuentan con varios posgrados, que están egresando con diplomados y certificados en una cantidad que no se había visto antes. Sin embargo, es en el ámbito laboral y social donde notamos que las personas vienen muy preparadas en cuanto a estos conocimientos técnicos, aunque en el momento de aplicarlo, es cuando existen varios problemas.

Desafortunadamente, tenemos personas recién egresadas que se incorporan al ambiente laboral y no están logrando los resultados que se esperaría de ellos. Por otra parte, las personas que ya cuentan con experiencia se enfrentan a una situación en la que la capacitación que reciben es poca, y su aplicación es casi nula.

Desde mi punto de vista, todo esto se debe a que tenemos una falla como sociedad, desde la casa,escuela y círculos sociales, no hemos logrado transmitir que todo tipo de conocimiento debe generar un cambio positivo en el comportamiento.

Desde cosas tan simples como lavarse las manos o los dientes, no importan cuántas veces expliquemos y demostremos a un niño cómo deben hacerse estos actos de higiene básicos; si no se genera un cambio en el comportamiento del niño, el conocimiento no servirá de nada.

Y lo mismo sucede con las personas adultas. He visto empresas que compran licencias o realizan fuertes inversiones en software que les ayudarán a mejorar sus procesos productivos, se enfrentan a un obstáculo común: que la gente no está capacitada en este sentido y, por tanto, no utiliza el software o no reporta la información a tiempo, provocando que la realidad laboral sea distinta a lo que el software podría reportar.

Un ejemplo más es la higiene de manos en el sector salud. Para toda persona que esté involucrada en este medio, sabe que desde hace mucho (y aun en la actualidad) es un tema muy recurrente, que el personal se rehúsa a tener una buena higiene de manos. Y la pregunta es ¿el personal sabe la importancia de una buena higiene? La respuesta es sí, solo que no se ha generado un cambio de comportamiento en ellos.

Para resolver esto, considero que no debemos enfocarnos en lo que sucede en las grandes empresas o las instituciones gubernamentales. Debemos comenzar en un círculo más cercano, más íntimo. 

Todos podemos empezar a trabajar en nosotros mismos y así ejercer una influencia positiva a los círculos más cercanos de nuestras relaciones, todo gracias a un cambio de comportamiento. Es tan sencillo como comenzar a reflexionar lo último aprendido en un libro, un video, una conferencia, el último curso, un artículo de internet, o donde sea que notemos un conocimiento que se nos haga interesante. Y acto seguido, nos preguntamos ¿qué cambios de comportamiento debo tener para que este conocimiento me beneficie? Parece un acto simple, pero es sumamente complicado. Un nuevo aprendizaje como el orden y la limpieza de la metodología de 5S puede ser aplicado a nivel personal, en nuestra cartera, bolso, auto, y por supuesto en nuestro hogar. Pero comencemos preguntándonos lo que debemos cambiar en nuestro comportamiento para lograr un cambio positivo.

En el caso de las 5S, los cambios que personalmente podría aplicar, atendiendo el ejemplo mencionado en el párrafo anterior, sería el siguiente: no guardar papeles innecesarios en mi cartera, inspeccionar todos los días mi auto, designar un lugar específico en casa para las llaves y muchos otros ejemplos más.

Es momento de que reflexionemos que el cambio verdadero está en nosotros mismos, y no lo digo como una frase motivacional, sino como algo necesario en un mundo cada vez más ágil, complejo, ambiguo y volátil. Requerimos ejecutar cambios verdaderos en nuestro comportamiento para lograr mantener y mejorar la sociedad que somos, Como mexicanos es nuestra obligación crear un mejor país, y todo puede comenzar si cultivamos un cambio en nosotros por cada nuevo aprendizaje que obtengamos.