Por: Sergio Alberto Morales Zaldivar

En los negocios existe una frase que dice “sólo puede crecer aquello que se puede medir” y es aplicable a cualquier actividad e incluso en cualquier área de una empresa, organización y a nivel personal.

La realidad es que en nuestro país existe una profunda necesidad de crecimiento, en todos los niveles y en todos los sentidos, que impulse el andar de las actividades económicas, la recaudación de capital y la calidad de vida de los mexicanos, y llegará un momento (tal vez ya es el momento) en el que cada ciudadano deba asumir la responsabilidad del crecimiento o no crecimiento del país.

No toda la responsabilidad recae en el gobierno, aunque sí son quienes marcan la pauta hacia los diferentes sectores sociales; no toda la responsabilidad está en las empresas, que hoy en día están más preocupadas por sobrevivir a sus deudas, a la inflación y a la pandemia, que aún sigue causando efectos colaterales.

La responsabilidad está dividida entre todos los que conformamos la economía mexicana, desde el más pequeño contribuyente y ente económico hasta el más grande, todos, sin excepción.

Según el INEGI, entre los cuatro Estados más importantes, económicamente hablando, se encuentran Nuevo León, Jalisco, Estado de México y la Ciudad de México; se estima que entre estas cuatro ciudades se concentra el 40% del PIB de México.

Cabe mencionar que la CDMX es la entidad dominante a nivel nacional, aportando el 15.3% del PIB.

Mencionar estos cuatro Estados de la República, es hablar de que los sectores productivos generan la cuarta parte de todo el dinero que se mueve en México, es decir, 40 de cada 100 pesos mexicanos se generan en estas ciudades, lo que significa que desde actividades como la agricultura, comercio e industrias son sumamente importantes, no solamente para la ciudad en la que radican o se llevan a cabo, sino para el país entero.

No es casualidad que en estas ciudades sea donde existan más oportunidades de desarrollo, oportunidades de empleo y una mejor calidad de vida respecto a otras ciudades del país, tan es así, que lo más relevante es que 28 entidades restantes producen el 60% del PIB.

La grave situación económica puede comenzar a evaluarse desde el punto que cuatro Estados de la República aportan casi la misma cantidad al PIB que las otras 28 entidades que conforman el país.

Estados como Tlaxcala, Colima, Nayarit, Baja California Sur, Zacatecas y Morelos son las entidades que menos aportan, en ese orden, todos aportan menos del 1% del PIB.

Sin las remesas y el crecimiento de estas cuatro entidades, la economía mexicana se encontraría al borde de una catástrofe.

La gran oportunidad

Curiosamente, en las entidades donde operan y se encuentran la mayor parte de las empresas, edificios, parques industriales, así como las zonas agrícolas y los grandes centros de comercio, es en las ciudades que más aportan al Producto Interno Bruto del país, por ende, los consumos aumentan al igual que la recaudación fiscal.

Lógicamente las ciudades que concentran el potencial económico del país son la garantía para las personas de poder encontrar mejores oportunidades, y para el gobierno es la garantía de poder recaudar más dinero a través de los impuestos y las contribuciones, y ahí puede estar la clave de crecimiento para otras entidades.

La “receta mágica” es precisamente fomentar el desarrollo económico, siempre se ha sabido, apoyar a los emprendedores y empresarios a tener negocios saludables, provoca que más empleos se estén creando, aumento del consumo y, obviamente, más recaudación para el gobierno.

Pareciera simple que apoyar realmente a los agricultores, a las zonas industriales, a las Pymes, pudiera ser la gran solución -con su respectiva mesura- de la economía mexicana.

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