Por: Luz Daniela Martínez

En México, el gobierno federal ha impulsado programas que buscan mejorar el manejo de los residuos en los municipios, en consecuencia, se empezó a consolidar un modelo de Gestión Integral de RSU, el cual se constituye en una estrategia que, en contexto del crecimiento local, moviliza a todos los involucrados para fijar y lograr objetivos comunes relacionados con el fortalecimiento de la capacidad de gestión, ya sea comunitaria o municipal. A esto se le suma la LGEEPA (Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente) que otorga competencias a SEMARNAT para expedir normas oficiales, coordinar órdenes de gobierno y plantear estrategias de reducción de residuos para potencializar un desarrollo sustentable. 

Gracias a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, los gobiernos locales adquirieron la competencia y responsabilidad del manejo de los desperdicios sólidos urbanos, pero lamentablemente esto no ha sido suficiente, ya que existen grandes desafíos que limitan el desarrollo sustentable, como son: los rezagos acumulados en infraestructura y equipamiento para la prestación de servicios públicos, el desequilibrio social y económico, escasos recursos financieros y la falta de diagnósticos adecuados para la toma de decisiones., ocasionando que sean muy pocos los municipios mexicanos que cuenten con un manejo adecuado de residuos, esto favorece a la degradación del ambiente y la desfavorable calidad de vida de los habitantes.

Las cantidades y los impactos generados por los residuos sólidos urbanos incrementan incluso más rápido que la tasa de urbanización. En la actualidad se producen en el mundo 1.3 billones de toneladas de residuos por año, cantidad que se espera se duplique para el año 2025. Los residuos son una gran fuente de gases de efecto invernadero, en particular del metano, por lo que sus impactos van del nivel local al global. Enfocándonos en un territorio local, el pobre manejo de los residuos es un factor importante en la presencia de inundaciones, contaminación del aire, suelo, fuentes de agua superficiales y mantos freáticos, y problemas de salud pública.       

En mi opinión, el impacto en el cambio climático y el desarrollo sustentable, es responsabilidad de todos, no solo del gobierno y las entidades federativas especializadas en el tema. Realizar un cambio notable y lograr adaptar un estilo de vida diferente para favorecer al medio ambiente, es una decisión en conjunto que debemos tomar para armonizar los objetivos sociales y económicos con un manejo adecuado de la degradación ambiental, para que esto, no termine con los recursos naturales que son vitales para nosotros. 

Mi visión principal cuestiona la sostenibilidad del sistema económico actual, no me parece que las tasas de explotación de los recursos naturales vayan en crecimiento desenfrenado para producir lo necesario y mantener el consumo actual, que evidentemente se nos está saliendo de las manos. La solución que propongo se enfoca en lograr que las tasas de emisión de residuos sean iguales a la capacidad natural de asimilación de nuestros ecosistemas y desarrollar estrategias a corto, mediano y largo plazo, que ilustren con propuestas y soluciones que logren un impacto en los hábitos de consumo de la población, es decir, que sea sustentable y que los consumidores seleccionen productos que favorezcan con los objetivos de conservación ambiental y equidad social, para que todo lo que se produzca pueda integrarse al final de su vida útil a un ciclo natural o productivo. 

Por último, es indispensable seguir con la creación de diversos programas de residuos en un marco de desarrollo sustentable, que estén diseñados con principios de eficiencia y efectividad, que incluyan soluciones ambientales, políticas, institucionales, socioculturales, económicas, financieras y tecnológicas. Sin dejar a un lado los sistemas normativos, de planeación, administrativos, educativos, sociales, de control y operativos.

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