POR: MELITÓN LOZANO PÉREZ

¿Hay dos modelos de civilización? ¿Dos disyuntivas? Un modelo de vida y otro de muerte. El modelo de muerte se caracteriza por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, el cual de seguirlo nos ha de llevar inexorablemente hacia la muerte y la extinción de la raza humana. Ante ello, se cierne un modelo de vida y un desafío educativo. Hacer de nuestra educación, una educación sostenible. Por eso, desde la Cuarta Transformación se construyen alternativas por un modelo de vida y de justicia social. 

La Educación Sostenible surge como una fuerza emancipadora con capacidad de superar la crisis de civilización mediante la acción organizada y consciente, dirigida hacia una triple reparación. 

  1. La regeneración del entramado social;
  2. La restauración del entorno natural y el planetario seriamente dañado y
  3. La construcción de un poder ciudadano en territorios concretos.

Así, desde la perspectiva pedagógica, todas las herramientas educativas deben centrarse en los aprendientes; para fortalecer sus capacidades de enfrentar el entorno social. 

En las localidades -por mi experiencia como docente-, se transmiten los valores y se preservan las tradiciones sociales. El reconocimiento a los derechos humanos se produce desde el entorno familiar y en la escuela puede fortalecerse aún más. Por ello, las tareas que se realizan entre las primarias, secundarias y preparatorias deben tener un acompañamiento del gobierno local para florecer. 

Desde la educación para el campo, la educación para la industria o servicios; todos estos conocimientos buscan aplicarse para mejorar el bienestar social. Ese es el camino que debemos considerar como prioritario la transformación de las condiciones de vida.

Educación para la transformación social 

El derecho a la educación actualmente se reconoce a nivel internacional como uno de los derechos más importantes. Paulo Freire, un educador latinoamericano, promovió siempre el desarrollo del conocimiento como una condición para alcanzar el bienestar, promover la transformación social y luchar contra las injusticias sociales. Por ello la educación busca como objetivo fundamental transformar el entorno. 

De manera paralela, educar significa mostrar los alcances de los derechos humanos del respeto a los demás e incluso al entorno, ahora que tenemos una crisis ambiental aguda. En 1948 se promulgó la Declaración Universal de los Derechos Humanos que marcó la pauta para garantizar la exigibilidad del derecho a la educación, donde cualquier persona en cualquier condición social, por el hecho de nacer, tiene la condición inalienable de desarrollarse y construirse como ser humano; los caminos pueden ser diversos y complementarios.

Desde este punto de vista, la finalidad de la educación es cultivar la humanidad; por lo que la educación tiene un valor en sí misma y no sólo como herramienta para el crecimiento económico o el desarrollo social.  La educación en las aulas es un vehículo principal e insustituible para la transmisión de la cultura y este último rasgo es lo que distingue al Homo sapiens. 

Hablando de la cultura global, consiste en el reconocimiento universal de la educación como un derecho de todos los seres humanos para obtener su libertad de pensamiento y acción. Amartya Sen, filósofo y economista preocupado por la desigualdad en el mundo, sostiene que solo la educación puede producir un camino de equidad social. Incluso añade que lo más importante es promover la justicia social, porque este precepto no consiste en el reparto equitativo de bienes, sino todavía mejor, en el reparto y capacidad de adquirir las habilidades, capacidades y funcionalidades para hacer frente a las necesidades.

 

Adecuar la educación y exigir su aplicación

Por lo anteriormente expuesto, los esfuerzos de los educadores: profesores, padres de familia y directivos de la educación; estamos a favor de promover una mayor aplicación de la educación al campo laboral, pero también de contenidos que favorezcan la transformación social y el respeto a los derechos sí, pero también a los deberes.

En una visión retrospectiva y prospectiva, podemos señalar que los principales problemas que enfrentan los municipios para llevar adelante un proceso de desarrollo humano sostenible tienen que ver con el incremento del desarrollo productivo para combatir la pobreza, la superación de las desigualdades y de la fragmentación sociocultural; así como el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

En este panorama, la propuesta de educación de calidad para todos desde una perspectiva de derechos enfrenta al menos cuatro desafíos importantes y estrechamente vinculados entre sí: El primero, se refiere a cómo la educación puede ayudar a la superación de la pobreza mediante una contribución efectiva al crecimiento económico sostenido como un factor clave que aporta al bienestar de las personas. Los niveles de crecimiento han sido insuficientes en los últimos años y este, en la sociedad del conocimiento, depende cada vez más de la incorporación de valor agregado a la producción y a los sistemas de intercambio global. Para ello se necesita mejorar masivamente el nivel de formación de las nuevas generaciones que entran al mercado laboral, en un momento en que la región va quedando rezagada en el ritmo de avance de la educación secundaria y terciaria, y en el nivel de aprendizaje efectivo y actualizado de toda la población.

El segundo consiste en cómo la educación puede contribuir a la reducción de las desigualdades sociales. Existe una estrecha relación entre ingresos de los hogares, logros educacionales de los hijos y tipo de trabajo al que acceden según logros educativos, lo que en gran medida determina el ingreso de los hogares de la siguiente generación, con lo cual las desigualdades tienden a reproducirse intergeneracionalmente. El fortalecimiento de una escuela pública, cuya calidad debe ser debidamente garantizada por el Estado, debiera contribuir en forma eficaz a disminuir las brechas educativas existentes entre los sectores de menores y mayores ingresos, entre la población rural y urbana, entre los indígenas y no indígenas, y convertirse en un verdadero canal de movilidad social.

El tercer desafío se relaciona con la forma en que la educación puede combatir la corrupción y la violencia; y promover una mayor inclusión social e integración cultural, situando a las personas en el centro de un proceso de desarrollo humano sostenible, expandiendo sus capacidades y ampliándoles sus opciones para vivir con dignidad, valorando la diversidad y respetando los derechos de todos los seres humanos.

El cuarto desafío tiene que ver con la manera en que la educación puede contribuir a consolidar los procesos democráticos. La educación para la paz y la democracia debiera ayudar en el futuro a tener un sustrato humano más propicio para favorecer la transparencia y la rendición de cuentas, exigir los derechos sociales y culturales de la población, fortalecer la participación social y consolidar una cultura de la igualdad, elemento básico para alcanzar sociedades más solidarias. Los retos están ahí, solo debemos buscar cómo llegar a solventarlos.

El municipio actor fundamental para la transformación educativa

En este contexto, la educación primaria, secundaria y preparatoria se centra en la formación de valores y en el desarrollo de estos. Más adelante en las universidades o bachilleratos terminales es preciso conducir el desarrollo a partir de conocer las necesidades del municipio. Actualmente, los municipios se han convertido en los gobiernos locales capaces de emprender en las soluciones, para garantizar en principio, el derecho a la educación; pero también acercar las vocaciones productivas para el desarrollo endógeno.

El desarrollo de las comunidades en general, muestra que fueron inducidas desde lo externo, dejando de lado posiblemente las propias iniciativas de desarrollo surgidas de la iniciativa local; en algunos casos probablemente exista una apropiación de las iniciativas propias de las comunidades para inducir medios y acciones de desarrollo que ya existían como algo innovativo, cuando en realidad estaban ya desarrolladas en las comunidades.

Por ello, una propuesta pedagógica es que se promueva el desarrollo de talleres y cursos que fomenten el aprovechamiento del conocimiento y los saberes locales. Eso significa también que se analice cuál es la vocación productiva y a partir de este proceso, se aliente una relación entre gobierno, sociedad y escuelas; para impulsar la economía y la producción de bienes.  La educación debe servir para transformar, modificar y rediseñar el entorno, con ello; invitamos a las autoridades locales a promover iniciativas que fomenten este principio y se garantice el derecho a la educación.

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