Por: Fredyd Torres Oregón

En los últimos años, derivado de los cambios económicos, sociales, políticos y ambientales en el mundo, las certezas en el futuro se han diluido – si es que en un momento estas existieron-. Dicho de otro modo: en la actualidad lo impredecible, el azar, la no linealidad y la complejidad de las cosas se han vuelto una constante. Así mismo, las distancias físicas se han acortado gracias al desarrollo vertiginoso de las comunicaciones, los dispositivos electrónicos y digitales bajo la era del internet. En ese sentido, el eslogan: “piensa globalmente y actúa localmente” parece aceptarse como una realidad sin punto de retorno. 

En esta tesitura mundial emerge el desarrollo sustentable o sostenible, el cual se usa de forma indistinta por jefes de Estado, gobiernos, especialistas, funcionarios, organismos internacionales de desarrollo, entre otros. Sostenible y sustentable no son sinónimos, pero por ahora no vamos a ahondar en ello. El punto es que el concepto de sustentabilidad se ha vuelto una especia de moda, un adjetivo, un apellido a cualquier iniciativa social, empresarial o gubernamental. Se justifica su empleo ante la preocupación social por la degradación ambiental de nuestro planeta. Y quizá aquí radica el error ¿Por qué? Porque ciertos sectores sociales, empresariales y gubernamentales le asignan a la sustentabilidad un carácter ambiental. Si bien, la preocupación por la degradación ambiental es importante esta es una consecuencia y no la causa.

El problema de la degradación ambiental está en el modelo de “desarrollo” económico vigente en el mundo, el cual se basa en la explotación de los bienes naturales, mayor producción de bienes y servicios innecesarios que alimentan el consumismo, tala de bosques para cultivos de forrajes para ganado, contaminación de cuerpos de agua, y un largo etcétera. Bajo este panorama ¿Qué puede hacer un gobierno local? Evidentemente su margen de acción, dadas las condicionantes legales y financieras, no le da la amplitud que uno desearía. Sin embargo, sí puede revertir la idea equívoca sobre la sustentabilidad mediante acciones concretas de gobierno. Me explico. La sustentabilidad va más allá de la parte ambiental, y tiene que ver con el nivel de bienestar de la población. Dicho bienestar social descansa en los niveles de felicidad, salud, seguridad, empleo, agua, integración familiar, salud mental, áreas de esparcimiento para el descanso, culturales, deportivas y educativas para su población. 

Es muy probable que algunos críticos señalen que estas dimensiones ya lo hacen los gobiernos locales, es cierto, seguramente en la medida de sus posibilidades técnicas y financieras se hace lo que se puede. No obstante, si deseamos transitar hacia la construcción de un municipio sustentable se debe poner el acento, por encima de otros intereses, la búsqueda en garantizar una vida plena en el territorio municipal. Lo anterior implica que los gobiernos municipales prioricen: 

  1. Atención en la salud comunitaria. En la medida que se ponga a disposición de los habitantes del municipio una red amplia de servicios de salud tanto preventiva como de segundo y tercer nivel se estaría transitando a un municipio saludable. La cobertura de los servicios médicos en los municipios aún sigue siendo una tarea pendiente y estructural de los distintos ámbitos de gobierno. La reciente pandemia de la COVID-19 nos arrojó grandes aprendizajes sobre las inequidades y desigualdades en materia de cobertura médica a la población. Cientos de familias de escasos recursos sufrieron un proceso de descapitalización en su patrimonio por los gastos erogados con sus familiares enfermos atendidos en hospitales privados. 
  1. Abasto de agua. Además de la salud y seguridad, el abasto de agua se ha convertido en un dolor de cabeza para cientos o miles de familias en los municipios, principalmente en las cabeceras municipales o centros urbanos con gran densidad poblacional. Si bien, la disponibilidad de agua no es un tema sencillo, y puede rebasar la capacidad institucional y financiera de los gobiernos locales, sí existen márgenes de acción donde participe el gobierno local, cito algunos: introducción de sistemas de captación y potabilización de agua de lluvia, principalmente en zonas de alta y muy alta marginación social con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, empresas sin lucro y centros de educación superior; detener en la medida de sus facultades constitucionales la ampliación de la mancha urbana; mediante programas o políticas de reforestación de largo plazo; regenerar espacios y/o territorios de las partes altas del municipio mediante un proceso de coordinación institucional con el ámbito de gobierno estatal y federal; vigilar y/o castigar el saqueo y tala ilegal de madera, en la medida que se talan y deforestan las partes altas del territorio municipal (bosques vitales para la humedad y generadoras de lluvias) las partes bajas del municipio padecerán agua. 
  1. Seguridad. Garantizar la seguridad de la población por parte de los gobiernos locales no es, no ha sido un tema fácil, sobre todo en los últimos años derivado de la corrupción del aparato judicial, cuerpos policiacos y administrativos infiltrados por el crimen organizado. Los niveles de violencia en cientos de municipios de México han rebasado la capacidad institucional de sus gobiernos para ofrecer ambientes de paz y seguridad de su población, por  lo cual ha sido necesaria la intervención de cuerpos policiacos federales. No obstante, seguir considerando que la inseguridad se resuelve con más policías y soldados es una visión parcial de corto plazo. Los gobiernos locales pueden coadyuvar significativamente en la reducción de las causas, además de la promoción de empleos, generar acciones en pro de una cultura de paz en cada uno de los espacios de convivencia social: colonias, barrios, escuelas, hogares, centros de trabajos, parques, deportivos, hospitales, en la calle y oficinas de gobierno. Para ello, puede disponer de diversas herramientas: cine comunitario, teatro, bailes, fomento y exposición de pintura, concursos de poesía, canto, oratoria, cuento, creación de infraestructura deportiva en cada rincón del municipio, talleres de sanación familiar, yoga y todo aquello que fortalezca el espíritu, entre otras. Lo anterior no debe ser únicamente responsabilidad del gobierno local sino un esfuerzo conjunto de sumar entre dicho gobierno, sector empresarial, organizaciones de la sociedad civil e instituciones educativas.     

Estas dimensiones expuestas no son las únicas, pero por cuestiones de espacio en otro momento se pueden comentar. Para concluir, además de lo analizado, en la medida que los gobiernos locales privilegien dentro de su territorio, en centros urbanos, barrios, colonias, espacios de comunalidad, democráticos, inclusivos y de acceso universal, gratuitos, dignos, su población se sentirá más cohesionada, empática, identificada y valorada. Ello sin duda conduciría en un mediano y largo plazo disminuir los niveles de ansiedad colectiva, ira, frustración-resentimiento social y conductas violentas de distintos sectores de la sociedad. Esta es una apuesta que tienen que valorar y actuar los gobiernos locales por revertir precisamente lo que se promueve desde el modelo económico vigente: individualidad, uniformidad, riqueza, materialidad y éxito a toda costa. 

Escúchanos en YouTube